El reloj de la vida
--¿Se puede pasar don Daniel?
-- Si- contestó el anciano secamente
-- Acaba de llegar el cura, le digo que pase?-- dijo el enfermero
--Si, hazle pasar--
Con suma tranquilidad aquel hombre salió del cuarto y con un gesto indicó al cura que ya podía entrar.
-Buenas noches don Daniel, ¿Quería usted verme?-
--Verá, le he llamado porque necesito que difunda el saber más importante que tiene la vida--dijo sin pausa el anciano
--¿Cómo dice?--dijo el cura asombrado
--Mire yo no so católico pero necesito que escuche una historia para que comprenda la importancia de difundir ese saber, así que si no le importa perder diez minutos siéntese para que pueda iniciar mi relato
El cura atónito decidió escuchar a don Daniel pensando que su mente hacía tiempo que había abandonado la coherencia para conquistar mundos más irracionales, entonces el anciano se levantó y sacó de un cajón lo que parecía un álbum de fotografías muy antiguas, se sentó e inició su relato.
En aquella época los días se ennegrecían constantemente, aquellos cantos que entonaba la naturaleza con alegría eran convertidos en trompas de guerra que amenazan con romper la armonía natural del planeta, la lluvia se teñía de rojo y ante eso los ánimos solo podían alcanzar las capas más profundas de la vida. El ser humano había decidido mostrar su forma más perversa para evitar así que creciera vida en cualquier parte, y por ello cada vez costaba más respirar aire que no estuviera corrompido.
El Sol hacía tiempo que no se quería mostrar en esa España de 1939, miles de cascos correteaban por Barcelona intentando frenar el avance del bando sublevado, todo a mi alrededor era escombros y muerte, con frecuencia se presentaba ante nosotros un verdugo portador de una guadaña que se llevaba a uno de los nuestros haciendo así más fuerte el bando contrario. Dos años antes era un simple soñador que quería convertir este mundo en un lugar mejor, tenía 27 años y estaba casado con la mujer más maravillosa del planeta, ella se llamaba Lucía Coubert y fue la única que conquisto mi alma con solo una mirada.
La conocí en un hospital en el año 1936, mis compañeros de guerra me enviaron a aquel lugar al recibir un disparo en la pierna derecha. Al principio me mostraba reacio a estar mucho tiempo allí ya que mis camaradas me necesitaban, pero todo cambió cuando vi esos ojos azules llenos de vitalidad y esperanza, llenos de ternura y bondad, llenos de tristeza.
Cuando vi por primera vez a Lucía creía que el disparo había sido en el corazón, me latía más fuerte y por un momento creí que me iba a morir de amor. Poco tiempo después me casé con ella, si algo había aprendido de la guerra era que el tiempo corría más deprisa, podías estar un lunes tomando un simple café y el martes debajo de la húmeda tierra manchada de desesperanza y sueños rotos. Una vez casado me dediqué por completo a ella, abandoné mis ideales por un tiempo para conquistarla a base de caricias, dulzuras y poesía recién sacada de mi alma, toda mi vida giraba en torno a su sonrisa. Con frecuencia nos íbamos a pasear para que todo el mundo pudiera observar que estaba enamorado, que la quería, que la necesitaba, que sin ella mi vida cogería el camino de la desesperación, me ahogaría en un mar de sueños controlados por la nostalgia hasta quedarme sin respiración.
En el verano de 1938 Lucía me confesó algo maravilloso, estaba embarazada ¿Entiendes lo que quería decir eso para mí? Era feliz, y lo sería para toda la vida y eso ya nadie me lo podría quitar…eso pensaba yo.
Noche oscura, aire pesante, olor a cenizas, la guerra estaba perdida, la gente solo podía huir pero para mí era tarde, tres soldados decidieron invadir mi hogar para demostrar que ellos tenían el poder y por ello podían jugar con las vidas humanas, de la nada apareció el infierno en mi habitación y los diablos provistos de instrumentos de tortura cogieron a mi mujer.
El amor es el origen de nuestra felicidad, como si se tratara de una mariposa, vuela sin parar conquistando cualquier rincón para convertir el mundo en un lugar mejor para vivir, la persona a la que amas se convierte en lo mas importante por delante de tu persona y por ello sabes que si ella es mar, tu serás la corriente que intente bombear su sangre, si es montaña, tu serás el ave que la proteja de cualquier invasor extraño, y que si ella es persona, tu le darás hasta el último fragmento de tu alma para que ella pueda andar sin obstáculos por la vida.
--Si eso es lo que opino del amor, quiero que se imagine usted que sentí cuando mi mujer me observaba desangrada al otro lado de la habitación mientras decía “Gracias cariño por ser y tratarme como una persona”—dijo con rabia el anciano
El muro se había caído convirtiéndose en pedazos de lo que una vez fue una persona que quiso soñar, sabía que el camino que me hacía feliz se había desmoronado completamente y que ahora estaba solo entre la oscuridad perpetua y el fuego del odio eterno, la ira estaba envenenándome lentamente y morir era la solución as todos mis problemas, sin embargo tomé la opción de la resignación y deambulé como un vivo al que no le late el corazón para buscar el cáliz de la eterna juventud y recuperar los treinta años que había envejecido de golpe.
Nunca lo encontré y terminé descompuesto en trozos de papel mojado cuya información se había perdido con el reloj de la felicidad.
El cura no se podía creer lo que había escuchado, tenía en frente a un anciano llorando y cuya estatura había menguado hasta convertirse en algo insignificante
--Su historia es muy trágica pero no entiendo que me quiere demostrar—dijo el cura
Pensativo el cura salió de la habitación y se fue. Pocos días después volvió porque quería preguntarle algo a aquel anciano, cuando llegó lo único que le dijeron es que Don Daniel había fallecido la noche en la que el cura se marchó. Aquel hombre recordaría para siempre lo que le dijo Daniel antes de su final.
“HE MUERTO PORQUE PRETENDÍA CONSTRUIR MI FUTURO SIN HABER ASUMIDO EL PASADO”
-- Si- contestó el anciano secamente
-- Acaba de llegar el cura, le digo que pase?-- dijo el enfermero
--Si, hazle pasar--
Con suma tranquilidad aquel hombre salió del cuarto y con un gesto indicó al cura que ya podía entrar.
-Buenas noches don Daniel, ¿Quería usted verme?-
--Verá, le he llamado porque necesito que difunda el saber más importante que tiene la vida--dijo sin pausa el anciano
--¿Cómo dice?--dijo el cura asombrado
--Mire yo no so católico pero necesito que escuche una historia para que comprenda la importancia de difundir ese saber, así que si no le importa perder diez minutos siéntese para que pueda iniciar mi relato
El cura atónito decidió escuchar a don Daniel pensando que su mente hacía tiempo que había abandonado la coherencia para conquistar mundos más irracionales, entonces el anciano se levantó y sacó de un cajón lo que parecía un álbum de fotografías muy antiguas, se sentó e inició su relato.
En aquella época los días se ennegrecían constantemente, aquellos cantos que entonaba la naturaleza con alegría eran convertidos en trompas de guerra que amenazan con romper la armonía natural del planeta, la lluvia se teñía de rojo y ante eso los ánimos solo podían alcanzar las capas más profundas de la vida. El ser humano había decidido mostrar su forma más perversa para evitar así que creciera vida en cualquier parte, y por ello cada vez costaba más respirar aire que no estuviera corrompido.
El Sol hacía tiempo que no se quería mostrar en esa España de 1939, miles de cascos correteaban por Barcelona intentando frenar el avance del bando sublevado, todo a mi alrededor era escombros y muerte, con frecuencia se presentaba ante nosotros un verdugo portador de una guadaña que se llevaba a uno de los nuestros haciendo así más fuerte el bando contrario. Dos años antes era un simple soñador que quería convertir este mundo en un lugar mejor, tenía 27 años y estaba casado con la mujer más maravillosa del planeta, ella se llamaba Lucía Coubert y fue la única que conquisto mi alma con solo una mirada.
La conocí en un hospital en el año 1936, mis compañeros de guerra me enviaron a aquel lugar al recibir un disparo en la pierna derecha. Al principio me mostraba reacio a estar mucho tiempo allí ya que mis camaradas me necesitaban, pero todo cambió cuando vi esos ojos azules llenos de vitalidad y esperanza, llenos de ternura y bondad, llenos de tristeza.
Cuando vi por primera vez a Lucía creía que el disparo había sido en el corazón, me latía más fuerte y por un momento creí que me iba a morir de amor. Poco tiempo después me casé con ella, si algo había aprendido de la guerra era que el tiempo corría más deprisa, podías estar un lunes tomando un simple café y el martes debajo de la húmeda tierra manchada de desesperanza y sueños rotos. Una vez casado me dediqué por completo a ella, abandoné mis ideales por un tiempo para conquistarla a base de caricias, dulzuras y poesía recién sacada de mi alma, toda mi vida giraba en torno a su sonrisa. Con frecuencia nos íbamos a pasear para que todo el mundo pudiera observar que estaba enamorado, que la quería, que la necesitaba, que sin ella mi vida cogería el camino de la desesperación, me ahogaría en un mar de sueños controlados por la nostalgia hasta quedarme sin respiración.
En el verano de 1938 Lucía me confesó algo maravilloso, estaba embarazada ¿Entiendes lo que quería decir eso para mí? Era feliz, y lo sería para toda la vida y eso ya nadie me lo podría quitar…eso pensaba yo.
Noche oscura, aire pesante, olor a cenizas, la guerra estaba perdida, la gente solo podía huir pero para mí era tarde, tres soldados decidieron invadir mi hogar para demostrar que ellos tenían el poder y por ello podían jugar con las vidas humanas, de la nada apareció el infierno en mi habitación y los diablos provistos de instrumentos de tortura cogieron a mi mujer.
El amor es el origen de nuestra felicidad, como si se tratara de una mariposa, vuela sin parar conquistando cualquier rincón para convertir el mundo en un lugar mejor para vivir, la persona a la que amas se convierte en lo mas importante por delante de tu persona y por ello sabes que si ella es mar, tu serás la corriente que intente bombear su sangre, si es montaña, tu serás el ave que la proteja de cualquier invasor extraño, y que si ella es persona, tu le darás hasta el último fragmento de tu alma para que ella pueda andar sin obstáculos por la vida.
--Si eso es lo que opino del amor, quiero que se imagine usted que sentí cuando mi mujer me observaba desangrada al otro lado de la habitación mientras decía “Gracias cariño por ser y tratarme como una persona”—dijo con rabia el anciano
El muro se había caído convirtiéndose en pedazos de lo que una vez fue una persona que quiso soñar, sabía que el camino que me hacía feliz se había desmoronado completamente y que ahora estaba solo entre la oscuridad perpetua y el fuego del odio eterno, la ira estaba envenenándome lentamente y morir era la solución as todos mis problemas, sin embargo tomé la opción de la resignación y deambulé como un vivo al que no le late el corazón para buscar el cáliz de la eterna juventud y recuperar los treinta años que había envejecido de golpe.
Nunca lo encontré y terminé descompuesto en trozos de papel mojado cuya información se había perdido con el reloj de la felicidad.
El cura no se podía creer lo que había escuchado, tenía en frente a un anciano llorando y cuya estatura había menguado hasta convertirse en algo insignificante
--Su historia es muy trágica pero no entiendo que me quiere demostrar—dijo el cura
Pensativo el cura salió de la habitación y se fue. Pocos días después volvió porque quería preguntarle algo a aquel anciano, cuando llegó lo único que le dijeron es que Don Daniel había fallecido la noche en la que el cura se marchó. Aquel hombre recordaría para siempre lo que le dijo Daniel antes de su final.
“HE MUERTO PORQUE PRETENDÍA CONSTRUIR MI FUTURO SIN HABER ASUMIDO EL PASADO”
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